Todos nacemos con un talento que muchas veces debemos potenciar para que, a través del mismo, logremos alcanzar el objetivo al que apuntamos. En otros casos es tanta la habilidad, que basta un instante para que de sus frutos.
Así comienza la historia de Maribel Portillo Martínez, una de los 47 nietos que Doña Guillermina y Don Pánfilo supieron criar mientras sus hijos (13 en total) iban a trabajar y a quien 20 minutos en el showcase de Becas Deportivas USA le bastaron para que la Monroe College de New York le ofreciera una beca completa (100%) para estudiar la carrera de Dirección Técnica en fútbol.
Y no es que los entrenadores le dijeron que debía parar de jugar y, mucho menos, que ella considerara que lo hecho en esos minutos fuese suficiente. No. En realidad Maribel, al igual que las demás preseleccionadas, debía participar de tres días de prueba, pero una lesión en el primer juego la sacó del resto de las jornadas y la dejó más que frustrada.
“Tuve distensión de ligamento durante el primer partido. Me puse muy nerviosa porque estaba segura que no me iban a dar la beca. Una compañera me decía ‘tranquila, te van a dar’, pero yo seguía nerviosa”, rememoró. “Luego vino el entrenador Jonathan (Garbar), me dijo que me tranquilizara y que le pusiera hielo a mi rodilla. ‘Mañana hablamos’, dijo y ahí fui a casa pensando otra vez en que podían darme la beca”, acotó, aunque en ese instante “apenas podía caminar de tan hinchada que estaba mi rodilla”.
Al día siguiente, y cuando ya había iniciado el tratamiento para acelerar la recuperación, Maribel recibió el llamado que cambió su vida: “Estaba haciendo fisioterapia en Sajonia, me llama Lorena (Soto, de Becas) y me dice ‘vení, que el entrenador quiere hablar contigo’. Le dije a mi fisioterapeuta ‘esto es urgente’ y él se quedó como pensando ‘¿qué puede ser más urgente que recuperarse?’”.
“Fui rapidísimo, me reuní con el entrenador y él me dijo que me quería llevar y que me daba el 100% de la beca. Casi lloré de la emoción. Salí de la reunión y no creía. Pensaba y pensaba si era cierto. Fui a casa, le conté a mi mamá y ella tampoco creía. Recién cuando Lorena le confirmó, creyó”, agregó, todavía emocionada de solo recordar todo aquello.
En ese instante, todo lo malo que _a decir de ella misma_ le pasó en aquellos 20 minutos, quedó solo para la anécdota: “Yo jugué con muchas ganas, chuté por el travesaño, chuté por el palo… no metía un solo gol y quería hacerlo. Estaba nerviosa porque había unos doce entrenadores y yo quería meter goles, pero no me salía nada. Frente al arco habilitaba y metía otra, pero yo nada…”.
En medio de la ansiedad y el nerviosismo Maribel no se dio cuenta que, de hecho, todo lo que hizo para intentar llegar al gol fue lo que acabó encantando a su nuevo entrenador. Pero claro, para una goleadora como ella un partido sin anotaciones es como un trabajo incompleto.
En el Olimpia, por ejemplo, durante los dos primeros entrenamientos de prueba convirtió nada menos que 15 goles. Recordó como, de recorrer los distintos barrios de su Santaní natal jugando al fútbol solo con varones y siempre acompañada por su abuelo, acabó en la academia de fútbol femenino de Gilberto Ortega para desde allí dar un giro a su vida.
“Él es un exjugador del Olimpia y entrenador del equipo femenino. Me ofreció venir a Asunción para jugar en el club. Yo no le creía. Pero como estaba aquí mi mamá, decidí venir, por curiosidad”, reconoció. “Después fui a la práctica y vi que era en serio. Me puse el botín y empecé a entrenar con ellos. En la primera práctica metí 8 goles, en la segunda 7”, agregó quien, por supuesto, tras semejante actuación fue fichada por el club.
¿Qué pasó luego? “Me convocaron a la selección paraguaya (disputó el Mundial Sub 20 de Canadá). Rapidísimo se dio, ni yo creía. Todo comenzó en 2012 y ahora tengo una beca completa gracias a Dios, porque yo no tengo dinero para pagar los libros, la alimentación o el alojamiento”.
Ahora comienza una nueva vida para quien “solo por curiosidad” había cambiado Santaní por Asunción, y ahora lo hace de nuevo, pero para vivir aún más lejos de casa, de su madre María Isabel y sus hermanos, de sus abuelos _a quienes llama de “mamá” y “papá”_, y de sus numerosos tíos y primos.
“Ya me puse a pensar en eso, porque viajé con la selección a Uruguay y Canadá. Es un poco difícil, pero qué vamos a hacer, tengo que ir para salir adelante por mi familia”, dijo con firmeza la futbolista que de chica veía como su abuela Guillermina reclamaba a su esposo que llevara a la nena a jugar fútbol con los nenes. “Un día ideprovechota”, le decía Don Pánfilo.
Y como la predicción del abuelo se cumplió, a modo de agradecimiento la paraguaya que recibió ayuda de la intendencia de Santaní y de sus compueblanos para costear los trámites de la obtención de la visa y el pasaje, se propuso llevar a los representantes de Becas Deportivas USA a su ciudad natal.
“Hay muchísimas chicas en Santaní que juegan muy bien. Ellas no me creyeron que iba a Estados Unidos, que gané la beca completa. Pero cuando subí al Facebook mi foto con la remera de la universidad, ahí sí creyeron. Incluso ya me preguntaron qué deben hacer para conseguir la beca, y yo les dije que iba a llevar a la gente de Becas, a Lore, Leti y Julio, para que las vean”, confesó.
Está claro que, pese a su corta edad y aunque aún está en la etapa de futbolista, Maribel Portillo ya tiene alma de entrenadora, y del tipo cazatalentos que busca dar oportunidades. Si hasta se despidió haciendo una promesa a sus compueblanas: “Pónganse las pilas, entrenen mucho y estudien bastante para tener buenas calificaciones, que yo voy a ir a Santaní para que las vean”.